Cuando cuesta alcanzar la maternidad y finalmente la logras, eres feliz a medias, sientes como que has alcanzado la cima, que has conquistado el país de "Ya llegará" porque has llegado a ella con mas o menos tropiezos, pero has llegado, aunque no te lo terminas de creer.
Necesitas betas que duplican, ecos que confirmen latidos, una tripa hinchada, pataditas...
Pero es que en mi caso, nació mi hijo y le miraba sin poder creérmelo, hoy tiene casi 2 años y medio y aún me parece que es un sueño del que temo despertar.
Me costó, muchos ciclos, pérdidas, miedo y frustración. Desde el 2011 al 2014.
Hay quien lleva dos meses de test negativos y ya se siente hundida, porque duele que no llegue y lo entiendo porque lo he vivido, pero yo me pregunto... ¿y las que han tardado 10 años? y sobre todo ¿y las que no lo han conseguido? ¿cuanta frustración pueden llegan a acumular en tantísimos ciclos?.
Planeamos nuestras vidas desde niños, a qué jugar, con quien, qué juguetes queremos, qué estudiar, con quien salir y cuando queremos formar una familia también lo queremos decidir y ahí muchas nos topamos con un muro, resulta que además de decidirlo y empezar a buscar, va a costar luchar y no sabemos cuanto y no es que cueste en general, es que nos ha tocado la china a nosotras.
No es una carrera universitaria de X años en la que te esfuerzas y apruebas, aquí puedes dejarte la piel y obtener negativo tras negativo y es desesperante, porque ya no es solo la maternidad, sino tu vida, tu sexualidad, tu organización en casa, en el trabajo, todo se resquebraja, resulta que no tenemos el control y nos sentimos perdidas y enfadadas.
Ahora mismo me siento así, quiero ser madre y no puedo, no se si podré y me cabrea, porque quería tener otro hijo ya y me toca esperar a que pase el efecto del metotrexato y me tengo que aguantar aunque no quiera porque no hay ninguna otra opción viable. Y no puedo hacer nada.
Y entonces de nuevo me acuerdo de quien aún lucha por un primer hijo y siento CULPA.
Pienso que en el fondo no me costó tanto, que no debería quejarme porque tengo ya un hijo y es un hijo maravilloso. Siento que no tengo derecho a sufrir porque ¿cómo se van a sentir todas esas mujeres que son madres sin hijos porque aún no les llega?
Pero tras mucho reflexionar me he dado cuenta de que las madres que eran infértiles y lo lograron no pueden negarse lo que sufrieron, igual que no se puede negar lo que sufren las que no lo consiguieron aún, han sido parte de eso también, han sido "ella"?.
Yo no me sentía infértil, ahora es cuando estoy empezando a notarlo y aunque tengo un hijo, no puedo negar que hace poco acabo de perder otro al que ya había empezado a querer con fuerza y eso duele.
A mí lo que me duele son los abortos, los supero pero me dejan cicatrices y miedo.
No quedarme embarazada me molestaba, me ponía triste, pero nada comparado con ver latir un corazón que se apaga...
Yo lo pienso siempre, si no me tengo que quedar que no me quede, pero si lo hago, por favor, que no le vuelva a perder, que mis diminutos hijos marchar...
Madres infértiles, como conocéis el otro lado es normal empatizar con las que aún quedan allí, de algún modo yo vuelvo a estar allí.
Pero yo creo que al igual que hay que hablar sobre infertilidad, también es importante hablar sobre los embarazos y los hijos que logramos, contar la verdad, el lado bueno y el malo, con tacto pero con sinceridad.
Si ahondamos en nuestro interior nos daremos cuenta que lo que duele no son los éxitos de los demás, sino nuestra derrota, privarnos del placer de disfrutar de embarazos que nos hacen ilusión es como pensar que hay un numero definido de embarazos a repartir y a esa otra le ha tocado y a nosotras no, que otras no se queden no significa que tengamos mas posibilidades.
Muchas pensaréis, eso es fácil decirlo con un hijo en casa, pero es que tras mi segundo aborto, antes de tener a Pirata, tuve a hermanas, cuñada, primas y mis amigas mas cercanas embarazadas y me dolía no estarlo yo, pero no el que ellas lo estuvieran.
No negarnos el pesar ni tampoco la felicidad. Y agradezco muchísimo poder haberme sentido así, ojalá todas pudiérais experimentarlo, es mucho menos doloroso, ojalá se pudiera elegir como sentirlo.
A mí me anima muchísimo leer sobre embarazos, partos y bebés nacidos después de un embarazo ectópico, es como saborear la victoria, aunque no sea mía, al igual que he sido capaz de sentir pérdidas y desconsuelo de desconocidas como si me estuviera sucediendo a mí, no me avergüenza admitir que he llorado leyendo a otras mujeres que no conozco, que he sufrido y sentido sus miedos, que me he ido a la cama rogando que sus bebés salieran de peligro o que ellas pudieran sanar pronto su corazón roto, que no se les adelantara el parto, que el riesgo de screening quedara en susto, que la beta les diera positivo....
Pero también me he dado el lujo de disfrutar de esa parte de la maternidad que no puedo vivir en mi piel ahora mismo, nunca podré agradecer a todas mis amigas embarazadas que me han hecho partícipe de sus ecos, barriguitas y bebés, siento que me han prestado un poco de felicidad y luz cuando mas la necesitaba, además de apoyo y consuelo.
Y por eso os quiero pedir que apoyéis de corazón a amigas y conocidas que lo están pasando mal, vosotras que entendéis lo que están viviendo, respetando su manera de llevar la situación, a veces necesitan que no las apartéis de vuestra dicha y otras veces necesitan estar lejos del mundo maternal aunque se alegren por vosotras, pero pediros también que no tengáis miedo de sentiros felices, que demostréis que la infertilidad tal vez os dejó huella pero se puede ser feliz, no tenéis "la culpa", sencillamente, habéis tenido "la suerte" y siempre viene bien una amiga alegre cerca, siempre pensé la alegría es la "enfermedad" mas contagiosa del mundo. El mundo es mejor si también compartimos la felicidad, ¿no creéis?.
No soy una persona que sepa estar triste y tras el shock inicial de algo malo, tiendo a buscar luz y por suerte nunca me han faltado amigos que me presten una poca cuando he dejado de brillar por mi misma, la mecha de una vela apagada se prende al acercarla a otra encendida. Tenéis mucha luz que compartir.