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25 de julio de 2021

Mi trimaternidad

Y más de un año después, vuelvo, siempre la nostalgia me trae de vuelta. 

Aunque sólo sea para anotar lo que serán maravillosos recuerdos en un futuro. Acabo de leer mi post de cuando estaba embarazada de las gemelas de 26 semanas y me he dado cuenta de la cantidad de detalles que había olvidado. 

Pirata tiene 7 años, es un niño listo, despierto, curioso e insatiable de conocimientos. En éste último curso han iniciado la lectura y su aprendizaje ha sido modo Ferrari, de 0 a 100. Lee y escribe muy bien, me sorprende las pocas faltas de ortografía que tiene, y a su profesora también, que cree que tengo al niño machacado en casa y no, para nada. Me pide que le haga dictados eternos, es un lector voraz y además... ¡escribe libros! Escribe y escribe, inventa historias de misterios de Egipto, países lejanos, guerras y la última, de una madre que muere defendiendo, ojo, con una espada a su familia. A mí personalmente me da un poco de mal rollo. 
Supongo que está influenciado por un libro de Historia del mundo, que lee, relee, toma apuntes, etc. En la historia no faltan guerras... 
Este año ha empezado también a tocar el piano, el iba a una academia de música desde pequeñito y ya llegaba a su fin el último curso, pero no quería irse, lo tenía muy claro, "mamá quiero ir a piano". Intenté que eligiera flauta o violín sin éxito, por tamaño sobre todo, pero era tal su ilusión que cedimos. 
Por si era emoción pasajera, y también por motivos económicos, en vez de un piano le compramos un teclado electrónico con mueble de madera, parece un piano. Y nos ha sorprendido a todos, se le da bastante bien y... compone, tengo la casa llena de partituras destartalada con pentagramas de líneas torcidas hechos a mano y canciones un tanto extrañas, con cambios bruscos, total, no es un Mozart, pero él lo vive. 
Estoy muy orgullosa de él, es más que eso, siento una gran admiración por esa pequeña personita que tiene ese fuerte carácter y las cosas tan claras. 
Este verano nos hemos mudado a una casa de campo que compramos el año pasado, es muy vieja, necesita reformas, no había tele, ni muchas cosas que sí tenemos en el piso, sin embargo tiene terreno y he trabajado duro para transformar una tierra baldía en jardín, parque y hasta un pequeño huerto. Jamás había visto tan feliz a mi niño. La llegada de las hermanitas fue muy dura y aún pasa por momentos de celos, de sentirse desplazado e inseguro. Pero la vida de campo le ha sentado fenomenal, le gusta mucho la jardinería, las flores y plantar hortalizas conmigo y sobre todo recolectarlas. 
Las gemelas tienen 3 años... Ambas siguen en múltiples terapias de atención temprana desde el nacimiento y controles neurológicos. Acaban de conseguir el alta en control de prematuros, ya que físicamente, al fin, están en su edad. Tuvieron una severa hipotonía muscular, por lo que cada mínima cosa para nosotras a sido una lucha, de horas de ejercicios en casa, terapias y dosis infinitas de paciencia. Sólo el sostener la cabeza les costó unos 4 meses. Sentarse fue todo un reto, Pirañita lo logró a los 12 meses y Caimán a los 13. El gateo con mucha labor fisioterapeútica y 2 profesionales, se logró a los 18 y 20 meses. Y el mayor hito, la bipedestación con 21 meses y medio y casi 24 meses la otra, empezó a andar el 18 de Marzo de 2020, iniciando pandemia, así que no pudo disfrutar de andar por la calle hasta mucho después. Actualmente siguen con retraso madurativo ambas. 
Caimán nació la primera, es la "mayor" y sin ninguna duda sigue siendo la gemela dominante, igual que en mi barriga. 
Ella ha tardado más físicamente en alcanzar los hitos, pero va más avanzada en lenguaje, comunicación, sociabilidad, etc. Es alegre, temperamental, canta, baila y ríe, ríe mucho y a grandes carcajadas de señora mayor. Es coqueta, adora los cuentos, su favorito se llama Te quiero un montón y ya se lo sabe de memoria, tan bien que parece que lo lee de verdad. 
Acabo de conseguir que coma sola, ninguna lo hacía aún, pero año y medio de constancia y cabezonería han hecho realidad lo que me parece un milagro a, estas alturas, porque ellas, no cogen comida con las manos para comer, sí juegan con ella, pero es desconcertante, ni un helado! ¿Cómo puede ser? La hipotonía que les impedía hacerlo quedó atrás hace más de 2 años, así que mi teoría es que se han acomodado y a cabezonas es difícil ganarles, pero lo haré. 
Caimán es cariñosa, me dice te quiero mami, me adora, pero también es impulsiva y le cuesta tolerar la frustración, a la mínima te suelta un tortazo, sobre todo a Pirañita que es una santa. Estoy intentando corregir eso, en casa la violencia no tiene cabida. 
El cambio de casa le ha sentado muy bien, aquí se distrae mucho más y ha mejorado físicamente, ella sigue un poco floja del lateral inferior derecho. 
Es muy participativa en las terapias y también en los ejercicios que le propongo en casa tanto los físicos como los de estar sentada en mesa. Es muy atenta y disfruta, creo que le va a gustar el cole, éste va a ser su primer año de escolarización. 
Pirañita físicamente está totalmente recuperada, es rápida, ágil, flexible y fuerte. Es una niña muy activa. Es cariñosa, se acurruca en mis brazos y se hace una bolita y ahí se sigue durmiendo a veces, es dulce, inocente e incapaz de herir a otro a posta, el problema es que no se defiende, necesito que lo haga y ella necesita defenderse. 
Pero ella tiene grandes dificultades, ella percibe el mundo de otro modo y hay cosas que no comprende ni acepta. Cosas como vestirse, lleva meses que no soporta llevar ropa ni zapatos. No se deja peinar, es como una pequeña Tarzana, la niña de la selva. Si la fuerzas a llevar ropa llora y llora, grita, se tira del pelo y sufre, sufre mucho, se la ve perdida, desesperada, se nota que no es capricho ni manipulación, se asusta de verdad. Ella en pañal es feliz y mucho. Para comer es un drama, no quiere ni tocar la cuchara, sólo acepta purés, de lo que sea, pero triturados, poco a poco le voy metiendo más trocitos, pero está costando. Sé que es capaz de comer sola y no queda otra que insistirle, la ayudo, le dejo la cuchara en la boca, la saca, llora, si se mancha o cree que se ha manchado llorará a lágrima viva unos minutos, donde limpio sobre limpio y espero paciente a que se calme y de nuevo otra cucharada. Las comidas son eternas. Al menos ahora Caimán ha empezado a comer sola, lo que reduce el tiempo mucho, porque hace poco era con las 2 así. 
En las terapias es participativa pero menos constante. En la parte física prefiere inventar su propio juego y en los ejercicios de estar sentada muestra atención y gusto por aprender lo nuevo. Los puzzles se le resisten. Adora los libros, puede estar 1 hora hojeando. Hace un sonido cuando está relajada y disfrutando "mmm mmm" y puede estar así mucho rato. Hay ciertos sonidos que la hacen girar sobre su eje y ya ni se marea, se ha hecho giradora profesional. Es sociable pero no parece entender del todo las relaciones, imita, se integra pero a veces no comprende la dinámica de juego y se va a jugar sola, sin ninguna pena, de hecho le gusta jugar sola. 
Hemos logrado grandes avances con ella, estoy a piñón con el tema lenguaje y tengo la satisfacción de decir que el trabajo duro ha dado sus frutos. Me lo he tomado como que de 9 a 2 soy profe/terapeuta, desayuno, trabajo en mesa, un día son colores, otro partes del cuerpo, pinturas, pictogramas y un montón de juegos divertidos que me pasan las terapeutas y yo busco por Internet, para trabajar todas las áreas. Tengo gran cantidad de materiales y tablas de trabajo caseras que han resultado todo un éxito. Así que me la paso haciendo manualidades, imprimo, plastifico, recortó, pongo velcro. 
Tienen su horario de desayuno, de recreo y de relajación. 
A veces me vengo un poco abajo, porque es muy duro tanto esfuerzo para cosas que el resto de niños no tienen que hacer nada, les sale solo. 
Pero a la vez agradezco infinito hacer esto, porque significa que las 2 están conmigo que salí de la Ucin con los brazos llenos cuando otras se iban sin su bebé. Así que aunque me suelo quejar de lo agotada que estoy y de no tener vida propia, de tener muchas limitaciones, de no poder pisar la calle porque Pirañita sufre continuas crisis de tirarse por los suelos, gritar, golpearse, huír sin mirar si ha coches, se le escapa de la mano, es... Para vivirlo sino nadie podría entenderlo. 
Evidentemente Pirañita tiene algún trastorno, sospecha de Tea, así, para empezar y aunque yo le veía cosas que no cuadraban, verlo escrito en un informe médico me revolvió todo por dentro, en realidad el informe eran mis propias palabras en jerga médica. 
Cuesta mucho aceptar que eso de ir por la calle no sea posible o sea un infierno de llantos, sufrimiento y estrés. Porque mi niña cuando llora así sufre y sufre mucho y es horrible para mí. A menudo no sé si debo insistir y así la ayudaré a superarlo o si por el contrario sólo la traumatizaré y haré que se encierre más en sí misma. Pero sino pruebo, qué haremos? ¿No salir nunca? He entendido que sí que hay que probar pero de maneras distintas, con anticipación, con pictos explicativos, tirando de juego simbólico, de imitación, que con ella el camino no es en línea recta, sino con grandes curvas, pero al final va llegando, tarda más y es más difícil, que hay baches que la frenan y a veces no sé si rodearlos o atravesarlos, que me frustro y la gente juzga sin tener ni idea, que muchos creen que no hace esto o lo otro porque no la hemos puesto, que ellos sí se atreven a salir con ella, que no se quien tiene un niño con Tea superlisto que va a todas partes, y yo me alegro, pero cada niño con tea o no, es un mundo y ella tiene estas particularidades únicas y yo soy la que le dedica 24h y he probado casi todo y sus terapeutas también. Y sé hasta donde puede resistir mi espalda y mi cadera que las tengo destrozadas. 
Pero la gente me empieza a dar igual, voy callando bocas dejando que prueben y al final, sin excepción, descubren que yo no exageraba y que es más complejo de lo que parece. 
Lo único que me importa es que mis tres hijos sean felices y si es posible que no tengan que sufrir, por ejemplo, para aprender cosas tan simples, como comer o llevar ropa. 
Pero no todo es lucha, hay mucha diversión, felicidad y amor, mucho amor. Y le digo a la vida, una vez más: ACEPTO EL RETO




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5 de febrero de 2020

He vuelto

Mi querida amiga Luli me ha recordado la existencia del blog, el cual tengo totalmente abandonado.
Actualizo brevemente para decir que Pirata está muy mayor, es un niño despierto, de carácter y mucho más complejo que aquel piratilla del que os hablabla años atrás.
Va a cumplir 6 años.
Las gemelas S y L están bastante bien, son tan parecidas como distintas, salieron adelante, pero no sin mucha lucha, aún siguen luchando duro, ellas acuden a terapias. Pronto harán 2 añitos cronológicos, pero no será hasta mediados de junio que cumplirán sus 2 años de edad corregida, que es la que los profesionales tienen en cuenta para todo, desde peso, talla, desarrollo, hitos, etc.
Si encuentro un hueco seguiré resumiendo su historia desde donde lo dejé.
Su salida de la ucin y luego del hospital la sentí como una gran victoria.
Un abrazo a l@s que seguís aún por estos lares.


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8 de marzo de 2019

Mi estancia en la UCIN no fue tan dura.

Mis hijas estaban en cuidadodos intensivos y eso  no es agradable, pero yo iba preparada, mis hijas estaban allí porque lo habíamos logrado, sí, eran prematuras extremas, ¡pero 30 semanas! Nada aue ver con 24-26 semanas. De hecho aprendí que para un prematuro 1 semana más dentro de la tripa, puede implicar 2-3semanas menos de incubadora.

Al día siguiente ya no estaban tan regordetas, ni tan bien, ambas habían empezado a cursar bradicardias y necesitaron oxígeno, no toleraban la leche de donante, así que tuvieron que colocarles alimentación parenteral, vía intravenosa.
Parecían más pequeñas, frágiles... sus pequeños cuerpos estaban cubiertos de cables y tubos que entraban por su boca, nariz, su piel, luces, pitidos, vendajes...
Lo cierto es que pese a haber visto bebes en situaciones incluso peores por youtube, me impresionó bastante. Las manitas las tenían inflamadas y moradas por las agujas.
Las vi llorar,sufrir, retorcerse cada vez que tenían que pincharlas, se me partía el alma.
Yo iba de una incubadora a otra, me paraba de pie 10-15 min frente a una y luego frente a la otra. Observando... podía tocarlas introduciendo las manos en la incubadora por dos agujeros, pero antes de tocar a la otra bebé tenía que volver a desinfectarme las manos, odiaba quitarme el tacto de sus cuerpecitos. Mis manos no tardaron en despellejarse de tanto lavarlas.
Les consolaban mis caricias, se dormían, dejaban de sufrir, así que lo que le pasara a la piel de mis manos me daba igual mientras siguieran dando calor y consuelo a mis pequeñitas.

Empecé el método canguro desde el principio, primero con S y por la tarde me dijeron que podía cogerlas a la vez. No era tarea fácil para la enfermera que tenía que desenchufar y enchufar cables, sondas, aparatos varios pasándolos por los agujeritos correspondientes. Arrastrar la bomba de alimentación hacía el centro para que el tubito de la sonda llegase a mi sillón desde ambas incubadoras. Así pasaba las horas, con mis muñequitas, sobre mi cuerpo, piel con piel, sus movimientos se sentían parecidos a cuando estaban en mi interior, pero ahora las sentía por encima de mi piel y no por debajo. Fue mágico. Mantener la postura horas tras hora era doloroso, pero su contacto adictivo. Cuando las volvían a colocar dentro de las incubadoras parecía que  me las arrancaban. 
Que yo pudiera cogerlas dependía siemprw de que una enfermera estuviera disponible para dármelas.

5 de diciembre de 2018

En la UCIN


Entre náuseas y dolor por la extracción a la fuerza de la placenta y estando aún en la sala de recuperación, recibí la visita de la neonatóloga. Me pasó el informe de las niñas, me dijo que respiraban por sí mismas y me hizo firmar los documentos que les permitían realizar cualquier intervención urgente para mantenerlas con vida y la autorización para administrarles leche del banco de leche de donantes.
Los prematuros de menos de 2kg reciben leche de donante en caso de que la madre aún tenga, la leche humana es mucho más digestiva y evita riesgos de padecer enterocolitis necrotizante. La mayoría no toleran fórmula.
1h y poco tras el parto ya estaba en una nueva habitación, pude levantarme a hacer pis sin ningún problema (en mi primer parto ahí es donde me desmallé).
Mi marido y mi hijo estaban conmigo al fin.
Yo me sentía bien, muerta de sueño y agotada, eso sí, pero bien, muy bien, de hecho me dieron un ibuprofeno y el dolor y la inflamación de un desgarro muscular que me impedía andar, desapareció y salí andando, qué maravilla.

Pasaron horas hasta que me dejaron ir a ver a mis pequeñas y tuve que ir en silla de ruedas por prevención (de posibles efectos de la heparina, como hemorragia).
Y llegó el momento de conocer a mis niñas, mi marido se tuvo que quedar fuera con Pirata (en la unidad de cuidados intensivos no pueden entrar niños).
Por suerte era sábado y semana santa y ellos no tenían cole ni trabajo.
Me acompañó una enfermera y me explicó el protocolo que era estricto por el bien de los pacientes.
Nada más en la entrada, antes de acceder a la zona de incubadoras, había que ponerse ropa tipo bata verde quirófano y mascarilla (por tener bronquitis).
Llevar el pelo recogido.
 A la derecha había una cajita con bolsas transpatentes para introducir móvil, llaves, etc de manera hermética.
Luego había que pasar al lavadero, ya dentro de la sala, para lavarse manos, antebrazos y uñas a conciencia con jabón desinfectante durante 2min y luego en seco, usar gel antibacterias.
Había unas 6 incubadoras, todas tapadas y en el centro... ellas. Recién nacida 1 y Recién nacida 2 ¡Nos habíamos olvidado de ponerles nombre!.
Me asomé emocionada y tímida a la primera incubadora, y vi por primera vez a mi niña, diminuta, sus extremidades eran palillos, pero su carita tenía hasta mofletes.
Fue extraño conocer horas después del parto a mi bebé y a través de una urna. Estaba estremecida pero contenta, flipada.

Con el corazón a mil me acerqué a la otra incubadora, a ella ya la conocía de la sala de partos. Mi luz tras el miedo y la oscuridad.
La primera vez que vi su rostro, tenía tras ella un foco que le dio cierto aire angelical que además hizo que por unos segundos lo único que pudiera ver fuese su carita.
Esta vez no lloraba y dormía tranquila, sólo la vestía un diminuto pañal que encima le estaba enorme.
Entonces decidí sus nombres y señalé a la primera y dije ella se llama S y ella L.
Se iniciaba así una larga estancia, dura, intensa pero la cuál viví como jamás imaginé...


18 de octubre de 2018

Mi parto II

Se la llevaron, no la vi, salió de un solo pujo disparada, no la escuché llorar.
Tanto personal a mi alrededor y nadie me dijo nada.

Miré aterrada a cada rostro, uno por uno, buscando señales de que iba bien o mal,  fueron segundos de pánico enmascarado de falsa resignación y pregunté tímidamente ¿está bien? no ha llorado... (afónica, sin voz, fue muy fastidioso parir con bronquitis y no poder casi hablar).
Alguien me contestó al fin,"está con los neonatólogos, y iba llorando, tranquila".
Alivio absoluto, calma, felicidad, amor, preocupación, instinto...
Yo no la oí, ni la vi, pero sí que la sentí salir y me encantó esa sensación. El expulsivo fue mucho menos doloroso que el de Pirata, sin embargo la dilatación de 0 a 10cm fue en 40 minutos pero mucho más bestia, llegó un punto en que entré en contracción continua, terminaba una e iniciaba otra sin descanso, fue rapidísimo. Un dolor increíble, pero cortito.

No podía ir con mi niña, aún tenía algo muy importante que hacer. Ya no estaba embarazada de gemelas, sino de una niña diminuta que sobrevivía sin líquido y una placenta que había dejado de funcionar.
Había parido, pero seguía de parto.
Los gemelos monoamnióticos, por protocolo, nacen por cesárea como máximo a las 32-34 semanas, pero todo fue muy apresurado, los neuroprotectores que me inyectaron no tuvieron tiempo de hacer efecto, nadie imaginaba esa dilatación tan rápida y sin previo aviso. Tampoco parecía que fuera el primer parto de ese tipo de gemelos que hacían.
Tuvo que ser parto, porque ya estaba fuera.


Había otra bebé dentro y me dijeron que era necesario que naciera inmediatamente y que había riesgo de infarto de placenta y muerte fetal. Mi pequeña estaba sufriendo, pasó de la taquicardia a bradicardia.
Entonces la cirujana se me acercó y me dijo, tenemos que sacarla YA, ¿qué hacemos mamá?
Y yo dije: ¡parirla!
Me dio un beso a través de la mascarilla verde y me dijo algo así : así me gusta campeona, vamos rápido.
No dio tiempo a esperar a que mi cuerpo se volviera a poner de parto e iniciaran las contracciones, tuve que pujar siguiendo indicaciones. Para ese entonces, la epidural ya había hecho su magia, ya no había nada de dolor.
Yo pujaba y pujaba conteniendo la respiración, mientras, me hacían una eco, yo podía ver a mi bebé en la pantalla bajar de cabeza y volver a subir, el ritmo cardiaco le bajó y el bebé apenas asomaba la cabeza con el pujo y cuando yo paraba para coger aire, el bebé volvía a subir.
Estaban preocupados, se notaba, 7 personas conmigo, cada una en lo suyo, 2 matronas, 1 anestesista, dos con el monitor, una gine y el tocólogo. Al inicio creo que eran 8, una debió irse con mi primera hija...
Se miraban de unos a otros, el tocólogo dijo, ventosa! este bebé se sube! puja y no pares, no pares, no pares, resiste!
y eso hice, un pujo eterno, sin respirar, con todas mis fuerzas y al segundo intento, bajó y la "capturó".
Le dije que si a ella la podía ver y tuvo un gesto precioso, me la asomó por entre mis piernas los segundos que tardaron en cortarle el cordón, la ví, la toqué, me agarró el dedo, la adoré y de pronto aquel parto apresurado, de tanto riesgo se convirtió para mí en perfecto, mágico.
Se la llevaron al instante, mientras yo seguía notando su tacto y calor en mi dedo.
Daría lo que fuera por poder imprimir esa imagen, esa carita llorando, moradita, viva, real.

Pese a ser diminuta, era una bebé perfecta y normal, rasgos de recién nacida en mini.
Sin mis hijas en mi interior, la prioridad era que saliera la placenta,  pero me pasó igual que con mi hijo, la placenta estaba incrustada y no quería salir. Tardé mucho más en alumbrar la placenta que en parir 2 bebés.
En mi anterior parto me hicieron una horrible maniobra manual interna, aunque efectiva, que me costó un desgarro de más de 40 puntos, pero en este hospital, la técnica era distinta, manual pero externa, la realizaron con maestría las matronas, a golpe de presión y dolor, aquello no había epidural que lo omitiera.
Fue lo más doloroso del parto. Pero la placenta salió.
La hemorragia que tuve la semana anterior era de la placenta, pero milagrosamente se "curó" dejando visibles cicatrices, siguió funcionando y mis bebés estaban vivas.
La técnica manual externa continuó en la sala de recuperación, ya que empecé a tener una hemorragia, aquello era insoportablemente doloroso y como no tenía voz no podía ni gritar, se puede decir que grité con el mute puesto, apretando dientes y sin abrir la boca, total, para no articular sonido... , las matronas no paraban de decirme lo siento, conscientes del doloer, pero yo les dije con gestos, que no se preocuparan y siguieran haciendo lo que fuera necesario, pero uff.
Lo lograron, acabaron sudando a mares, pero lo consiguieron, acabé vomitando la cena de tanto meneo y me tuvieron que poner calmantes, primperán o algo similar y empecé a sentirme mejor.
Vino una neonatóloga a darme el informe de mis hijas, ambas respiraban, la gemela 2 había tenido mas dificultades, pero ya estaba mejor. Ambas fueron ingresadas en la Unidad de Cuidados Intensivos Neonatales (UCIN). Mis pequeños milagros, yo estaba fascinada, de esperar cesárea al regalo de parir 2 bebés, en aquel momento olvidé las posibles secuelas, la prematuridad e inocente de mí, incluso creí que se librarían de tubos y aparatos...
Estaba feliz y toda molestia física que tuve las últimas semanas de embarazo, desapareció con el primer ibuprofeno.
Parir, alumbrar, controlarme hemorragia y salir andando.
Ni un sólo punto.

Ya os contaré.

22 de agosto de 2018

Mi parto prematuro I

Uno de los momentos más increíbles y mágicos de mi vida. Pese a ser bebés muy prematuros, parirles me ha dejado unas sensaciones indescriptibles. Al igual que el parto de mi hijo, adoro rememorar el momento en el que les noté resbaladizos, cálidos y húmedos venir a este mundo. Cada uno de un modo distinto y sensaciones distintas. Me despedí a lo grande del mundo de los partos. Ahora os voy a relatar en orden cronológico como se desarrolló todo.


22:30h del 29/03 Iba sentadsa en el coche de copiloto y lo noté, ya conocía esa sensación de salida de líquido sin control, sin más, rompí aguas y mantuve la calma de tal modo que aún me sorprendo al recordarlo. Ingresé en el hospital con la bolsa rota, una de las doctoras que me atendió me animó contándome que era melliza prematura y estaba perfecta. Yo soy prematura, empezó a relatarme y lo supe, nacer antes no te hace ser un bebé prematuro, no, te convierte en prematuro para siempre, es una característica más.

30/03/2018
00:00  Me pusieron más tocolíticos, aunque las contracciones eran leves y sin dolor, pero las paredes del útero estaban peligrosanente al límite y decidieron trasladarme de urgencia en ambulancia al Materno Infantil de la capital, a casi 1h de mi casa. Yo estaba preocupada y a la vez muy serena.


Fui sola (con mis dos bebés) en la ambulancia), el conductor me dijo que era padre de gemelas, qué casualidad.
Me contó que no era común trasladar a una embarazada sola, pero no había personal disponible y eran las 12 de la noche, no era plan de llamar a amigas, y mi marido estaba con Pirata.
Recuerdo muchos detalles, como intentaba estar tranquila cuando me cambiaron de camilla, los techos de los pasillos, como se doblan las patas de la camilla al entrar en la ambulancia, el cariño con el que el conductor (¿Matías era?) decidió coger una manta del hospital, para arroparme en la ambulancia y me dejó una luz tenue.

En el trayecto tuve miedo, no notaba a una de las bebés, la pequeña, la que tenía siempre acelerado el latido. Intenté confiar, pero dejé de notar también a la otra bebé. Estaban dormiditas y yo aterrada con la idea de haber llegado tan lejos y perderlas.

Por suerte tenía amigas despiertas y estuve hablando por w.app con ellas (GRACIAS mamás blogger, y sobre todo GRACIAS HOBBITA, tu compañía virtual fue impagable).
Al llegar al nuevo hospital me dieron más antibióticos y me asignaron habitación, allí me reencontré con mi marido y mi niño que estaba dormido...


02:30 Lo primero que hicieron en planta es ponerme correas y controlar los latidos de los bebés. Estaban bien. Intentamos dormir, sin mucho éxito por mi parte. Era difícil conciliar el sueño cuando no paraba de toser (bronquitis) y a cada tos me salía líquido amniótico y tocaba cambiarme el empapador. Problemas de tener la bolsa rota...
Cada 2h monitores en la cama, la cual ocupaba la mitad Pirata (¿cuándo ha crecido tanto mi pequeño?).
El personal del hospital fue muy amable, una enfermera me dio dinero para comprarnos sándwiches (no recuerdo su cara ni su nombre, sino la buscaría y le devolvería el préstamo), otra enfermera solicitó trasladarme a otra habitación al ver que tenía un niño conmigo y me dieron una al fondo del pasillo, más amplia, luminosa y baño con ducha.
Ese día estuve tranquila, mimada. Todo el personal, tanto sanitario, administrativo o de limpieza, cada vez que entraban a mi habitación, tenían unas palabras agradables para mi hijo que estuvo en todo momento conmigo sin que nadie nos llamara la atención, de hecho un enfermero vino a buscarle porque en otra habitación había una niña de su edad en la misma situación que él, para que pudieran jugar juntos. La limpiadora fregó y desinfectó el suelo a conciencia para que mi hijo pudiera montar su autopista y jugar en él. Aquel hospital es realmente amigo de los niños.


En frente de mi habitación había una embarazada de 6 semanas menos que yo que llevaba 20 días ingresada con una de las bolsas de sus mellizas rota, así que pensé que mi situación podía ir para largo y decidí que, esa noche, mi marido y mi hijo regresaran a casa a descansar, coger más ropa, juguetes, etc. Como prevención contraté una acompañante que encontré en un grupo de Facebook que ya pasó una noche conmigo en mi anterior ingreso(sí, soy una mujer de recursos).


31/03
Esa noche fue difícil conciliar el sueño, ya que no paraba de toser y perder líquido. Estaba regular de la bronquitis y totalmente afónica, mi voz era apenas un susurro.

03:00  me dio un golpe de tos de no parar, el líquido amniótico empapaba todo, pedí algo para la tos y me trajeron miel ¬¬ ¿en serio? ¡venga ya! la noche anterior me trajeron un inhalador, pero esa noche tenía una enfermera flojucha.
Entre tos y tos mi acompañante (a partir de ahora L) y yo aprovechamos el desvelo para poner verdes a su ex y en mi turno de palabra decidí relatar los últimos acontecimientos con mamá ogra (suegra) pero en ese instante... ¡me dio un dolor de tripa horrible! yo que casi no podía andar, me puse de un salto en pie, me metí en el baño, pasando del reposo absoluto y pedí a L que llamara a una enfermera y a mi marido. Eran las 04:00. Me notaba descompuesta, con mucho dolor de estómago, la tripa dura, pero nada de dolor de regla ni similar a las contracciones de parto que yo conocía.
Llegó la enfermera que me obligó a salir del baño y meterme en la cama (yo necesitaba ir al baño!).
Me dijo que estaba de parto, yo le dije que no, ella que sí, me tocó la barriga y me dijo, "quieta ahí", yo sentía que o iba al baño o me estallarían los intestinos.
Yo estaba en plan cabezona, erre que erre, que no tenía contracciones por lo que no estaba de parto.
Me puso correas y... ella tenía razón (diablos!) y descubrí que cuando me repitió el dolor de estómago bien fuerte, el aparato marcaba una contracción de las gordas.
L realizó una nueva llamada a mi marido, que ya venía de camino: ¡que Ariel está de parto!.
De parto, otra vez de madrugada, cuando me gusta a mí ponerme de parto ¬¬.
Una parte de mí quería pensar que me lo podrían parar, otra, mucho más lógica, sabía que ya había sufrido hemorragia y mi útero no daba más de sí, esta vez no me pararían el parto porque sería peligroso para mí... Llegó la hora, pronto, pero llevaba todo el embarazo asumiendo eso, así que pude incluso sentir la emoción de ver a mis hijas mezclada con la preocupación de la prematurez. La cesárea no me daba miedo, me sentía valiente.
La enfermera llamó al tocólogo.
Coloqué mis manos en la tripa, disfrutándola, porque probablemente me quedarían pocas horas de embarazada, me dio pena... tener que despedirme de ellas, de la paz que me daban, de sus pataditas y esa sensación de vida y movimiento en mi interior. Me dio pena el riesgo que correrían, pena pensar que tal vez no salieran de aquella con vida, a las secuelas, a que sufrieran. Pero no tenía miedo en sí.
El tocólogo llegó en 5 minutos, las contracciones eran cada 4 (insisto, no dolían abajo, sino arriba, no eran como las de Pirata, no parecían contracciones  y yo me negaba a aceptar que estaba de parto)
El doctor era más joven que yo, sin mediar mucha palabra me destapó, me bajó las braguitas y me introdujo dos dedos, ea, ya estamos, aquí sin presentaciones ni invitarme antes ni a un café, ¡estamos apañados oiga!
Dicen que en esos momentos no te acuerdas de la vergüenza (¡mentira!).
Me dijo que estaba de 3cm y me llevaba a partos. (Cuanto agradecí la presencia de L, parecía una madre de alquiler).
Total, un tercer dolor me dejó doblada, ya sí parecía más que estaba de parto, aunque eran muy salvajes aquellos dolores, así, tan gordos de golpe, por lo que me costó centrarme, controlarme un poco y hacer las respiraciones, ya que las contracciones no empezaron poco a poco, pero una vez asimilé que estaba de parto, que ese era el motivo del dolor, me centré. "Duele muchísimo, porque así es dilatar" me decía en mi cabeza "si me relajo y respiro, lo llevaré mejor, va a doler menos" y... lo hice, pero dolía igual, "¡cagó en tó, madre de mi vida, qué barbaridad, ya no me acordaba yo de esto!" y un largo etc de pensamientos similares.
04:15 Al llegar a partos se montó mucho ajetreo a mi alrededor, monitorizar a los bebés fue la prioridad, me pincharon un neuroprotector para los bebés, me mareé y me quedé semi inconsciente, seguía notando los dolores, escuchando voces, pero como desde muy lejos, me pincharon otra cosa y me espabilaron un poco. ¿Qué era aquello tan chungo?, mira que me avisaron que me iba a poner malísima y no me mintieron. Vías, oxígeno, cables, aparatos, vaya cuadro!

04:30 Aproveché para pedir algo para el dolor (lo cual tuvo bastante dificultad ya que os recuerdo que estaba prácticamente muda) omití el hecho de que tengo la espalda pocha y supuestamente no soy apta para epidural. Las contracciones eran cada 2 min, por suerte el anestesista no tardó en llegar.
¡Sorpresa! este anestesista me puso la epidural en menos de 1 minuto, sin dolor ni molestias, a la primera (no como la otra vez).
04:35 Acto seguido me hicieron un nuevo tacto, ¿¡7cm!?. El tocólogo (que si que tocaba, sí) me dijo al salir por la puerta, "si tienes ganas de ir al baño, avisa", y solté "tengo ganas, muchas ganas" con lo que me gané otro intento de tacto que acabó en un " ¡la cabeza!, no empujes, NO EMPUJESSSSSS! ¡a QUIRÓFANO!
El quirófano no estaba lejos, pero yo sentía la presión y tuve que controlarme muchísimo para no pujar en la siguiente contracción, que dolía lo suyo, una vez entré alguien dijo: ¿tenemos cesárea? y el tocólogo contestó con voz de impaciencia, NO, ¡tenemos CABEZA!
Me cambiaron de la camilla a la mesa fría de metal, me tumbaron totalmente horizontal y en la siguiente contracción, segundos mas tarde, pude pujar y noté algo viscoso, caliente, resbaladizo, no puedo olvidar esa sensación, en medio del dolor me resultó agradable, de hecho sentí alivio y esperé la siguiente contracción para volver a pujar, pero ésta no llegaba ¿qué pasaba?.
Entonces hice una pregunta absurda "¿sigo pujando? ya no noto contracciones", y me miraron raro y lo supe, mi bebé había nacido ya y ya no estaba, se la habían llevado sin que me enterase ni de que había nacido, sin que me la enseñaran ni nadie anunciase su llegada, no vi a mi pequeña...

22 de mayo de 2018

Días de hospital

Aunque no era mi primera amenaza de parto prematuro, esta vez la cosa pintaba mucho peor, una hemorragia así a las 28 semanas no pintaba nada bien.
Por suerte, en cada control que me hacían, mi cuello uterino permanecía en 24mm y las contracciones eran leves y no iban a más, el sangrado también fue remitiendo para quedar en un pequeño manchado.
Ingresada me enteré del sexo de los bebés, entre tanto jaleo y susto, a alguien se le escapó, no me importó (tal vez un poco, vale) pero con la que tenía encima, el sexo de los bebés era lo que menos me preocupada.

DOS NIÑAS, GEMELAS

¡Como la mayoría intuía!, dos pequeñas. Me quedaba sin mi sueño de ser madre de otro niño, pero con lo que no quería quedarme era sin mis niñas, por nada del mundo. Ellas eran esas dos rayitas de un test positivo que siempre amé tanto y tan pronto que pocas personas podían entender mi terror a perderlas, si todavía no eran nada, pero se equivocaban, eran ellas, desde el inicio, siempre ellas, ¿cómo no iba a aterrarme la idea de perder algo tan precioso?

Me dieron el alta con reposo en casa, en posición tumbada o sentada periodos cortos, como mucho, paseos en silla de ruedas para baños de sol por un importante déficit de vitamina D.
Así que me vi en silla de ruedas y me dio igual, iba a ser temporal y de todas formas hacía semanas que casi no podía caminar, pero eso os lo contaré en otro momento.
Ese mismo día era el cumpleaños de mi niño y fui del hospital a la celebración, aunque no me levanté de la silla y vi todo un poco desde segunda fila, pero a él le entusiasmó que yo estuviera allí, sé que me echó de menos cuando estuve ingresada y aquello compensaba muchas cosas.

Al llegar a casa sólo quería dormir, en el hospital no dormí demasiado bien. Sin embargo por algún motivo que desconozco se metieron mis suegros en casa, por el cumpleaños del niño. Yo necesitaba tranquilidad después de tremendo susto, cenar, ducharme, dormir, para ello necesitaba intimidad y la ayuda de mi marido, pero no, allí se puso mi suegra a gritarme que tenía cuento, que ni parto prematuro ni nada, que lo que quería era tener a su hijo esclavizado y que él no podía faltar a su trabajo, que yo me apañara sola en casa y me pusiera la tele y si no podía ducharme, ir al baño, comer, etc, que me aguantara. Todo eso a voces, con muy mal tono, no me dejaba ni hablar, aunque yo no estaba hablando con ella, ella se metía en medio a decir NO a todo. Que si ella sola llevó a tres (de qué manera ni os lo cuento) que yo no valía un duro que tanto ir al hospital, que sí que blandita, blablabla.
Aclaración: mi embarazo no me trajo malestar, sin embargo cada vez que me ponía de parto sí que iba a que me pararan las contracciones, pero por mis bebés!!!
Ese estrés de no poder mandarla a donde bien se merecía, me provocó contracciones más o menos seguidas que continuaron una vez se fue de mi casa.

A la mañana siguiente empecé a expulsar tapón mucoso y por la noche me vi de nuevo en urgencias porque me dijeron que si eso pasaba que fuera corriendo a que me ingresaran.
Pero esta vez me topé con una gine que me dijo que sin tapón podía estar 6 semanas más, sin hacer ni caso a informes previos, me mandó de vuelta a casa andando, y mi silla de ruedas en el coche porque a consulta me llevó una celadora con la silla de ruedas del hospital, pero para irme, dijo que me podía ir andandito y eso que yo sin muletas no podía casi andar por una rotura muscular en el glúteo, pero le dio igual. Encima iba sola porque mi marido estaba con Pirata.
Me fui arrastrando como podía, con bastante dolor en el coxis hasta que noté encajarse a un bebé.
En resumen, horas más tarde se me rompió la bolsa, de nuevo a urgencias y en esta ocasión me encontré con las gines de siempre, que tras examinarme y ponerme antibiótico, decidieron trasladarme en ambulancia de forma urgente al hospital materno infantil de la capital.
Ya era día 30 de Marzo, y yo estaba de 29 semanas.
Continuará....

26 de abril de 2018

Amenaza de parto prematuro

Lo primero agradecer hasta el infinito la cantidad de mensajes preguntándome como va todo, gracias, muchísimas gracias.

Actualizo desde el móvil, un anticipo.

En marzo empecé con bastantes contracciones, pero mi cuerpo y sobre todo mi útero y articulaciones ya no pudieron más, tanta inyección para detener el parto, tanta progesterona me crearon tal exceso de relaxina (hormona del embarazo que relaja los músculos pélvicos, sobre todo)
que mi coxis se desplazó, oprimiendo un nervio, causando tal dolor que me impedía andar, pero una es un poco asno y forzó, lo que me produjo una rotura muscular, con inflamación y hematoma incluído. Además de reposo, me vi en muletas y con sesiones de fisio para tolerar el dolor.
Para colmo pillé una bronquitis que me dejó sin habla y con una tos horrorosa que me movía toda la tripa.
Fue una madrugada sin dejar de toser y tener contracciones de B.H que al ir al baño descubrí la peor pesadilla, sangre, roja, brillante, abundante y aterradora. Muchísima sangre.
He pasado ya por eso... y sé lo que suele venir después, pero nunca de 29 semanas...

El 23 de Marzo ingresé por urgencias en el hospital. Eco, correas... hay un latido y... otro más, están bien. Aunque un bebé está con taquicardia.
Reposo absoluto, control diario en correas, hierro en vena cada 48h por anemia tan severa que valoraron hacerme transfusión y lo más importante, 2 inyecciones para la maduración pulmonar de los bebés.
Continuará...