Llegué puntual, tras una breve charla donde le explicaba mis miedos, ectópico, sin latido, embarazo de mellizos... me dijo que me pasara a la camilla con optimismo. Yo creía que en esos tres miedos embarcaba todo lo posible, me equivoqué.
Pocos segundos bastaron para que le cambiara la sonrisa, un giro rápido de pantalla que nos dejó helados y sin visión, cara seria, ¡se puso pálido!.
¿Qué pasa?
- Esperad, dejadme mirar primero a mí, tengo que comprobar algo - acto seguido mandó a la enfermera a por otro ginecólogo más mayor.
En esos minutos se me pasó de todo por la cabeza, esa reacción de un ginecólogo no es normal, tiene que ser algo mucho más grave que un embrión sin vida, incluso pensé, ¿tiene dos cabezas?
- ¿Es ectópico? - me atreví a preguntar más por romper el insoportable silencio más que otra cosa.
- No, no, está en el útero y de hecho ya he visto uno con latido y todo.
Mi tercer temor...
- ¿Son mellizos?
Entonces llegó el otro doctor, mi marido con cara de susto, mi hijo dormido, yo con las piernas abiertas, asustada, vulnerable, expectante y dos doctores mirando una pantalla muy serios mientras hurgaban en mi interior.
No son mellizos (microsegundo de alivio) son gemelos y de los raros. Sólo entonces giró la pantalla y pudimos ver a nuestro chiquitines.
Son monocoriales monoamnióticos. Para que os hagáis una idea. Los de abajo a la derecha.
Nos hicieron un breve resumen de lo que eso significa en una mujer con un útero normal.
Es embarazo de alto riesgo, como cualquier embarazo gemelar, sólo que al compartir corion, placenta y amnios, el riesgo se triplica, sobre todo en este caso, es común un enredo entre cordones que resulta mortal para uno o ambos bebés.
También hay un riesgo llamado transfusión feto fetal donde un bebé recibe más de lo que necesita y el otro menos, uno muere por deficiencia y otro por sobrecarga.
Ya dedicaré un post entero a este tipo de gemelos que se da en un de cada 50.000 mujeres.
Aunque muy peligroso ya de por sí, éste no era el peor riesgo, sino un añadido a un riesgo mayor: están en un útero unicorne, no hay espacio, no hay futuro.
En este caso no existe la triste posibilidad de reducción embrionaria. En este caso no existe posibilidad alguna. Es una noticia espeluznante, porque una parte inconsciente de mí manifestaba amor incondicional y un instinto de protección animal hacia mis hijos, incluso una alegría contenida por su existencia. Pero no podía ser.
Es muy duro ver a tus bebés en una pantalla, vivos, sanos, con latido, uno incluso se movía y tener que evitar alegrarte de que existan, contenerte para no quererlos porque se tienen que ir, tarde o temprano tu útero asesino acabará con dos de las personitas que desde ya, más quieres en el mundo.
Para mí y mi corazón, son mis hijos y no puedo sentirlos de manera distinta. Sólo las madres que piensen cómo sería perder un hijo, pueden entender lo que siento.
Un embarazo de este tipo en un útero como el mío, por estadística se da en 1 caso entre 5.000.000.
En ese instante la vida me pareció muy cruel y macabra. Quien me conoce sabe que para mí la maternidad es mi estilo de vida, mi mayor ilusión, mi mayor fuente de felicidad sin competencia.
Siento que me han puesto la miel en los labios y resultó estar envenenada. Tras dos pérdidas seguidas me pareció hasta injusto, increíble tanta mala suerte junta y seguida, como si la vida me estuviera mandando un mensaje. "No porque luches lo vas a lograr a más lo intentes cosas peores y más extrañas te sucederán" y esta vez, he captado el mensaje.
Desde pequeños nos mandan mensajes de que hay que luchar por lo que uno de sea, ser constante y al final lo logrará, pero no es así, a veces, tus sueños se rompen en mil pedazos y hay que aceptarlo.
Foto de internet |
Ahora estoy en ese limbo, donde no puedo superar ni iniciar el duelo, como me dijo una amiga mexicana, no puedes enterrar al muerto hasta que esté muerto.
Me toca sufrir y vivir en una agónica incertidumbre de cuando morirán mis hijos, si lo harán a la vez, si uno sobrevivirá, si si si...
No pude llorar ni puedo, tengo dos preciosos pequeñitos en mi interior y espero saber transmitirles cuánto les quiere su mamá, tengo que darme prisa para darles todo el amor de madre que les tenía reservado para toda su vida, concentrado, es de ellos y no quiero que se me quede dentro, porque realmente no sé de cuánto tiempo dispongo.